Hoy es lunes, por tanto el primer día de trabajo.
Empiezan a lijar el caso, para quitarle toda la pintura vieja, si se van los restos del escaramujo no será necesario el ácido clorhídrico que disuelva las conchas calizas que le puedan quedar, en cualquier caso será necesario lavar con agua que arrastre el polvo de la pintura vieja; mañana será el momento de empezar a pintar.
Mientras tanto Bob quita los precintos de las escotillas y limpia los restos. Yo cambio el ánodo de la hélice y después de varias pruebas conseguimos rellenarla de grasa, que expulsa el agua que tiene dentro de su mecanismo de palas reversibles. Reviso el nivel de agua de las baterías de servicio, en la vieja he tenido que reponer tres cuartos de litro de agua destilada.
Por la tarde viene el mecánico para quitar la correa vieja del compresor de la nevera y sustituirla por dos nuevas, de paso fijará bien el segundo alternador, revisará el impeler y desmontará el motor de arranque para limpiarlo y revisarlo. Con esto habremos adelantado bastante.
He quedado con los técnicos para recargar gas en la nevera, con un chico para que limpie bien el motor y luego lo pinte y con otro que parece que entiende de inflables, para que mire como se puede pegar la defensa de estribor del dingui que está completamente arrancada.
Una buena ducha para quitarnos ese color azul que nos adorna el cuerpo. Luego es el momento de ir a M’Diq para enviar la crónica. La cena consiste en gambas a la plancha, calamares y huevas de pescado, que a Bob no le hacen mucha gracia, a pesar de lo cual las prueba, eso de la cultura gastronómica tiene su peso a la hora de que algo nuevo guste o no guste, me puedo imaginar a mi mismo tomando esos gusanos que con tanta delicia se comen los oriundos del Amazonas; el cabracho, sin embargo, fue apreciado por ambos.
Empiezan a lijar el caso, para quitarle toda la pintura vieja, si se van los restos del escaramujo no será necesario el ácido clorhídrico que disuelva las conchas calizas que le puedan quedar, en cualquier caso será necesario lavar con agua que arrastre el polvo de la pintura vieja; mañana será el momento de empezar a pintar.
Mientras tanto Bob quita los precintos de las escotillas y limpia los restos. Yo cambio el ánodo de la hélice y después de varias pruebas conseguimos rellenarla de grasa, que expulsa el agua que tiene dentro de su mecanismo de palas reversibles. Reviso el nivel de agua de las baterías de servicio, en la vieja he tenido que reponer tres cuartos de litro de agua destilada.
Por la tarde viene el mecánico para quitar la correa vieja del compresor de la nevera y sustituirla por dos nuevas, de paso fijará bien el segundo alternador, revisará el impeler y desmontará el motor de arranque para limpiarlo y revisarlo. Con esto habremos adelantado bastante.
He quedado con los técnicos para recargar gas en la nevera, con un chico para que limpie bien el motor y luego lo pinte y con otro que parece que entiende de inflables, para que mire como se puede pegar la defensa de estribor del dingui que está completamente arrancada.
Una buena ducha para quitarnos ese color azul que nos adorna el cuerpo. Luego es el momento de ir a M’Diq para enviar la crónica. La cena consiste en gambas a la plancha, calamares y huevas de pescado, que a Bob no le hacen mucha gracia, a pesar de lo cual las prueba, eso de la cultura gastronómica tiene su peso a la hora de que algo nuevo guste o no guste, me puedo imaginar a mi mismo tomando esos gusanos que con tanta delicia se comen los oriundos del Amazonas; el cabracho, sin embargo, fue apreciado por ambos.
En resumen: un primer día de trabajo, donde parece que todo va avanzando según lo previsto y que no han aparecido graves problemas, esperemos que todo siga así y cuando el 18 lleguen nuestros tripulantes, podamos poner las velas y estar en disposición de partir. Sería mi deseo que Salvador pudiera incorporarse al haber podido resolver el problema laboral que se lo impedía.
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