Ayer por la tarde llegamos al
puerto de Lípari, pasando por la acrópolis de la ciudad, donde se encuentra el
castillo y la catedral. La cena resultó buena y abundante, tanto que tuvimos
que pedir el “dogy bag” para comer en el barco las pizas que no pudimos
terminar.
Amanece con el sol entre los palos
de los veleros y yo aprovecho para dar
una vuelta por la ciudad desierta, todo lo más algún otro fotógrafo
madrugador y los trabajadores que inician
sus negocios o el pescador que limpia el pescado recién capturado.
Luego unos se dedicaron a
aprovisionar el barco y Clarisa a hacer comidas. Miguel, Alfonso y yo reparamos
lo que está pendiente:
ü Apretar
tuerca de la mecha del timón
ü Revisar
niveles del motor
ü Apretar
tuercas de la chumacera
ü Arreglar
dingui
ü Endulzar
motor del dingui.
ü Bomba
de achique, tubería atascada
Por la tarde nos fuimos a los
museos, uno sobre volcanes, otro prehistórico y el más interesante
arqueológico, con una buena exposición de pecios y de cráteras griegas.
La obsidiana junto con la piedra
pómez constituyeron su riqueza en tiempos antiguos, venían a buscarlo de todos
los lugares del Mediterráneo.
Las puertas de la catedral reflejan
el incendio de la ciudad por los turcos. Luego nos dimos un paseo por el puerto
viejo. Donde nos sentamos a tomar una cerveza mientras la tarde languidecía
suavemente. Clarisa preparó unas albóndigas con pasta cuya receta y fotos serán
publicadas en el recetario.
MIGUEL
Pues sí, estamos ya en Lípari.
Después de los ajetreados días pasados en arriesgadas subidas -agotadora alguna
como la del Strómboli – paseos sobre y entre las emanaciones volcánicas – como
en Vulcano – e, incluso, casi suicidas inmersiones en malolientes y abrasantes lodos
que dicen te curan casi todo, incluso hasta las ganas de volver a hacerlo,
afrontamos lo que creíamos el descanso del guerrero….. si,si: limpieza del
barco, coladas, avituallamiento, reparaciones….. vamos, que hasta recordaba con
nostalgia ese descenso suicida del Strómboli, en un verdadero slalon donde la
fila de esquiadores sobre la ceniza del volcán se movía en un acrobático zigzag
al ritmo que imponía el guía cuadradote que nos precedía.
Tal era el
ensimismamiento en nuestras tareas – especialmente el de la colada de la ropa,
que no la de la colada volcánica – que en tal concentración obsesiva llegué a
la conclusión de que Julio Verne se equivocó al situar la salida de sus personajes
por Strómboli en su Viaje al Centro de la Tierra. Me explico, tengo una prueba
fotográfica; analizad las fotos en las que, entre los vapores sulfurosos de
Vulcano, aparece una figura. ¡Ahí está la clave! Es uno de ellos,,, y los demás
seguro que aparecen pronto.
Atentos a las noticias de la prensa
porque seguro que causará sensación en el mundillo Julioverniano….
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