Ha amainado el viento, la
tripulación se va levantando a su aire, no hay prisa tenemos todo el día para
ir a otro fondeadero. Los peñascos se yerguen inhiestos, realzando su figura al
contraluz. El sol ilumina la orilla multicolor, con alguna casita blanca ¡qué
costas tan bien conservadas! ¡qué envidia!.
Un viento de aleta-popa, nos
permite ir entre seis y siete nudos solo a vela, es una bendición. Por turnos
todos los tripulantes, se van turnando para llevar la rueda, cada uno lo
disfruta a su manera. Para comer el “famoso
semifreddo” de garbanzos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario