miércoles, 13 de agosto de 2014

Fase E - Día 17


A las 5 de la mañana nos levantamos, sacamos el fondeo y emprendemos camino de Carloforte. Sale el sol y coincide con la luna. Estas son las imágenes de proa y popa:
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Y esta es una muestra de lo “castigada que está la tripulación”
 
Un buen desayuno de huevos con chorizo y panceta, nos da energías para pasar la mañana al sol.
 
 
 
A las dos de la tarde llegamos a Carloforte, esa ciudad tan amable y pintoresca. Toca lavar ropa (menos mal que hay máquina) ducharnos nosotros y comer un riquísimo atún encebollado que preparó Clarisa y cuya receta subirá en cualquier momento al apartado de nuestra página. Después de una siesta vamos a dar un paseo por el pueblo, nos hacemos fotos frente a la estatua de Carlo Emmanuel III, fundador de la ciudad y tomarnos unas birras ICHNUSA (así llamaban los griegos a la isla, al tener la forma de una zapatilla). La gente riega las macetas en la calle o habla con sus vecinos situados en los balcones. En definitiva: una ciudad humana.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Luego nos vamos a cenar unas pizas, buenísimas y baratísimas, unos helados ponen el punto final.
 
 
En el camino alguien canta en la calle, es un guitarrista y un tenor que canta ópera, nuestro José Francisco se une para cantar la parte final de “Nesun dorma”, de la ópera Turandot de Puccini, al acabar una salva de aplausos le dan energía y el dúo se convierte en trío, animándose a cualquier tipo de canción con gran alegría de los que estábamos como espectadores. Cuando acometen un tango una pareja baila con gran sentimiento y conocimiento. Cuando terminan me acerco para felicitarles y charlamos ampliamente, quedamos en intercambiarnos mails.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En definitiva una noche memorable. Un gintonic en la cubierta remata el día, con comentarios sabrosos sobre lo ocurrido. UN HURRA por nuestro barítono José Francisco IL TROVATORE.
 
 
 
JOSÉ FRANCISCO
Yo he sido el primer sorprendido. Jamás me había imaginado a mí mismo en un bello pueblo italiano, cantando en italiano junto a personas italianas.
Cuando me he acercado, un tenor, de aspecto simpático, y un guitarrista, se disponían a entonar el final de “Nesun dorma” y hacían gestos a los espectadores para que les acompañasen. El momento musical es tan fácil y tan lucido, que me he unido a la pareja y lo he cantado con ellos.
Tras los aplausos, escucho una larga retahíla en italiano, y al decirles que no les entiendo si no me hablan despacio, que soy español, se admiran de que un turista español  conozca un fragmento de una ópera italiana.
 
 
A partir de ahí, roto el hielo y desaparecida la timidez, cantamos de todo; ópera italiana: “La donna e movile”, canción española: “Amapola”, “Granada”; boleros: “Cuando se quiere de veras”.
Hasta un tango, bailado, muy sensualmente por cierto, por una pareja milanesa que estaba de turismo con su hijo. No sé los demás, pero yo lo he pasado divinamente; ha sido un rato muy agradable. Algo para contar a los biznietos.
 

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