lunes, 9 de junio de 2014

Fase B - Día 5

La noche se pasa tranquila sin novedad, que es lo mejor que puede pasar, vientos flojos, no propulsan, pero tampoco retrasan, el motor enfría la nevera. Nos vamos relevando en las guardias afortunadamente monótonas. Sale un sol sobre un mar mercurial.
Al poco suena la caña de la YAMASITA ASESINA, ha cogió un atún, que después de ardua lucha conseguimos subir a bordo. Cumplimos el ritual de comer su corazón todavía tibio y palpitante, todos quieren retratarse con el animal.









Lo destazamos y aprovechamos su cuerpo de modo que nada se desperdicie. 
Llegaremos sobre el medio día a DWJERA BAY, una cerrada bahía con una enorme roca que tapona la entrada. Al parecer allí se criaba una seta de propiedades casi milagrosas, se tomaron todo tipo de medidas para evitar que la gente escalara la roca para cogerla, llegando a castigar con la muerte a quien lo hiciera, espero que ninguno de mis tripulantes se le ocurra. Está cerca de la ventana azul, un enorme arco de piedra que desde hace mucho tiempo dicen que se va a caer y que sigue en pié contra todo pronóstico.

Lo que es contra pronóstico es el ventarrón que se desata al acercarnos, ni la protección de los altos acantilados calizos es suficiente, llegamos a los 30 nudos, en estas condiciones me da miedo meterme en la pequeña bahía que habíamos seleccionado, así que tomamos un par de rizos y nos vamos a otro llamado XLENDI, que parece más protegida, pero ni así . Entramos con viento de proa, fondeamos el ancla pero garrea, menso mal que nos agarramos a un fondeo, que previamente se nos había enganchado en la pala del timón (Jeremie es un fenómeno buceando), aunque con las prisas termina pinchándose con el cuchillo por si había que cortar algún cabo –Maite le pone un parche, ¿pero qué es eso para quien se come corazones palpitantes?;  en ese momento el ancla se hace firme ¡qué apuros cuando parecía que ya habíamos llegado! Está visto que hasta el rabo todo es toro y no se puede cantar victoria hasta el final.







Preparamos un marmitaco, bajo el toldo de fondeo y con el viento como invitado especial. Buena siesta que se prolonga más de lo previsto, sería que la necesitábamos. Despertamos poco a poco, según las necesidades de cada uno. Parece que el viento ha amainado, cuando estemos todos, decidiremos si bajamos el dingui para ir a costa. 


JOSU

Me despierta Maite diciendo que hemos pescado un atún muy grande. Me levanto de la cama. Son las 7:30 y ya están haciéndose fotos con el bicho. Yo me apunto a la sesión fotográfica aunque no me he enterado de nada. Tampoco me dan corazón para comer –de esta me he librado-. Desayunamos unos huevos fritos con txistorra. Una delicia. Después trabajamos el atún y lo troceamos según el uso que damos a la carne: ventrescas, mojama (los lomos) y marmitako. Con los restos preparamos un par de tar-tar. Uno de ellos lo comemos en el amarretako (en vasco, comida pequeña que se hace a las 10 de la mañana) que hacemos después del trabajo realizado con el atún.

Ya vemos el destino. Malta es un archipiélago formado por cuatro islas: Malta, Gozo, Comino y Cominoto. Nuestra primera recalada será en la isla de Gozo, en una cala donde pasaremos un día completo: bañito, ventrescas para comer, alguna que otra cervecita y si se da la ocasión, una vueltita con el fusil por si cae algún pez despistado. Para ello tendremos que convencer a Jeremie que es un buceador “profesional”. A mí ya no me da la caja.

Son las siete de la tarde. Ya han pasado 8 horas desde el comentario anterior y todas las previsiones han cambiado. El viento no nos ha dejado cumplirlas y el profesional del buceo, en lugar de pescar, ha tenido que amarrar un cabo a un muerto a 8 metros de profundidad!! Sin botellas, por supuesto. Estamos fondeados en una cala a la entrada de un pequeño pueblo de nombre raro: Xlendi



Después de una merecida siesta arrancamos el dingui y bajamos a tierra. Damos una vueltita y tomamos una cerveza en una terraza frente al puerto.











CLAUDIA

Son casi las 10 de la noche de un día más que intenso, mi turno de guardia fue el último creo que de ahora en más voy a elegir siempre el mismo porque me deparó dos grandes sorpresas, ni bien comencé con la lectura de  un libro para amenizar la mañana el ruido del agua anunció la aparición de los delfines!!!! Estaba sola y no podía compartir la alegría con nadie fueron varios minutos de continuo baile alrededor de la proa del barco.

Por suerte pude filmarlo ya que la vez anterior fue muy difícil poder fotografiarlos.

Después de los delfines volví a la lectura del libro y el ruido del carrete de la caña de pescar anunció la aparición del atún, corri a avisarle a Dani que medio dormido subió a la proa del barco pero previamente disminuyó la velocidad del barco, de a poco se fueron despertando todos porque la tarea iba a ser larga.

El atún luchó hasta el final pero esta vez le tocó ganar al Raw Prawn ya que el dìa anterior otro atún había roto la tanza pudiendo zafar!

Tuvimos que cambiar de bahía para fondear porque en la primera que habíamos elegido el aumento del viento nos impidió hacerlo.

La bahía en la que estamos es realmente preciosa, nos rodea un puerto de pescadores 
muy chiquito, recién volvimos de recorrer el pueblo que es muy pequeño pero muy pintoresco.

Ahora estamos esperando que Josu prepare la cena y luego nos iremos a dormir ya que mañana tengo la intención de partir en la primer ronda para hacer fotos con las primeras luces del día.

JEREMIE

The Nightwatch : La garde de nuit
Départ pour Malte tôt ce matin, car 15h de navigation nous attendent. Mais avant de quitter
Pantelleria, nous faisons un petit détour par une des nombreuses criques à l’eau turquoise. On
va pas se priver non plus.
Une des protections en haut du mat s’est cassée et il faut la réparer avant de prendre le large.
Une bonne excuse pour admirer la vue depuis tout en haut !
Nous filons comme le vent à 9 ou 10 noeuds (20km/h, un truc de fou).
Le soir arrive, l’apéro avec, et il est temps d’organiser les quarts de nuit.
J’hérite de la garde entre 3h et 5h du matin, du coup, je file assez tôt au lit, en passant dire
bonne nuit à la famille de dauphins qui squatte les vagues à la proue.
Silence radio
3h30 - La nuit est tranquille et la mer plate. J’écoute le bruit du bateau qui glisse :
Les vagues lavent la coque à intervalles réguliers, l’air frotte contre toute les aspérités avec un
léger sifflement, les cordes se tendent en grinçant, la barre oscille sous les ordres du pilote
automatique dont tous les composants sont en alerte.
Les voiles restent impassibles.
4h10 - Une peau de banane se lance dans l’exploration des profondeurs. Rien ne peux plus
freiner sa course verticale vers le noir des -1500m. Elle atteint sa cible après 76 minutes d’une
descente incontrôlable : une plaque basaltique d’une centaine de mètres, recouverte de
sédiments, que probablement personne n’a jamais vu. Des heures de remue-méninges en
perspective pour les plus fins limiers des bas-fond, un futur petit déjeuner de luxe pour les
prédateurs les plus féroces.
5h - les premières lueurs du jour arrivent et la mer se change en mercure. une flotte de
"méduses à voile" commence un grand périple. Elles forment des sortes de petites bulles à la
surface de l’eau, avec un aileron directionnel qui dépasse et leur permet d’influencer leur
marche. J’attends encore 20 minutes que se soleil se pointe et je file me coucher.




A peine 10min plus tard Dani ralenti le moteur et se met à courir sur le pont. Quelque chose se
passe.
Marcel nous presse de sortir du bateau.
La traine (grosse canne à pêche à l’arrière du bateau) a attrapé un thon de 15kg !
Il peine à le remonter, bataille avec la bête, mais fini par le sortir sous mes yeux, aussi ronds
que ceux de ma bête.
‘El Maestro’ Marcel affute ses couteaux, et nous fait une démonstration de ses talents de
chirurgien-pêcheur.
Il sort les tripes, l’estomac, et fini par le coeur encore battant. Comme le veux la tradition, nous
le mangeons aussitôt.
Contre toute attente il est chaud, et ce n’est pas si mauvais. Une sorte de goût de viande
étrange et de sang un peu métallique. Le plus impressionnant c’est qu’il continue de battre
contre la langue et le palais, même après l’avoir mordu à plusieurs reprises ! Rien à voir avec
le Nesquik de d’habitude.






Voilà une journée qui commence d’une façon folle, et comme pour ajouter une touche de
surréalisme, un cachalot blanc se pointe à quelques centaines de mètres de nous.
Tout est bon dans le cochon thon.
‘El Maestro’ Marcel découpe chacune des parties du poisson avec une précision extrême.
Le ventre et les côtés sont salés puis séchés. Les morceaux plus proches des arrêtes servent
à faire un carpaccio (avec des câpres, des tomates et des oignons.) La tête et le reste de la
carcasse servira pour la soupe, alors que les extrémités plus dures seront mixées pour faire
une sorte de farine, aux allures de curry.
L’estomac de la bête nous offre en bonus une petite dizaine de calamars même pas encore
digérés.
Paye ton p’tit déj'.
La prise de ris de la muerte
Les choses se gâtent à l’approche des falaises vertigineuses de Gozo (l’ile de Malte la plus au
nord) : le vent s’est levé, et il souffle maintenant jusqu’à 30 noeuds en rafales (60km/h). Ca
remue pas mal, on fait pas les fiers.
Le plan initial était de poser l’ancre dans la baie de Djerwa, dont l’entrée est coincée entre le «
Fungus rock » et les falaises de l’ile. Le passage est déjà short en temps normal, mais là...Il
faut plier la voile et entrer au moteur sinon on risque de partir sur les rochers. Autant dire que
c’est quasi impossible avec ce vent : Le bateau est penché au max et entame un duel de force
avec les éléments.
Nous nous rapprochons des falaises en espérant abriter le bateau, mais c’est peine perdue : il
n’y a nul part ou se cacher.
La seule solution c’est de profiter d’une accalmie entre deux rafales pour prendre un ris (ie :
plier une partie de la voile), et espérer ne pas trop dériver à l’entrée de la baie.
Nous voyons les vagues s’écraser sur les falaises toutes proches. Les rafales progressent en
ridant la surface de l’eau, puis chargent le bateau dans un hurlement strident. Marcel place la
proue face au vent pour libérer la voile. Tant que nous sommes dans cette position le bateau
est incontrôlable, et il faut faire vite maintenant pour éviter de s’écraser contre la roche.
Chaque coup de vent nous rend sourd, la voile claque, la bôme tremble et les cordages
fouettent l’air. Le rail de la grand voile se plie sous l’assaut. La crevette crue se cabre face aux
vagues...mais elle en a vu d’autres !
La surface de l’eau redevient lisse. C’est le moment ! Josu descend la grand voile tandis que
le reste de l’équipage l’agrippe tant bien que mal à la bôme. nouvelle charge. ça passe de peu.



Le bateau décrit une courbe et s’éloigne du danger.
Le soleil s’évanoui dans l’eau, épuisé par tant de suspense

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